Aúpa, por Pep Marín

Aúpa

¿Cómo se aúpa a un señor a primera línea de la política tras posar junto a un narcotraficante?

¡Hostias! ¿Esto pasa en el resto del mundo o tengo que meterme a internet? Bueno, no hace falta, menudos mandangas hay por ahí sueltos siendo jefes de estado.

Pero, ¿de qué forma se disuelve el estereotipo en la mente colectiva si a uno o a una le hacen la carrera política? Porque la carrera se la hacen a uno, lo escogen, le miden.

Seguro que hay una reacción química ahí dentro del cerebro, conexiones con descargas eléctricas y señales azuladas e historias que no viviste como las que hay en los accidentes de tráfico de noche, o se follaron al amor de tu vida.

Pero al político se le aplaude, “pos tu verás”, y con más corrupción en su sesera que enfermos mentales no diagnosticados, ¿cómo? Se le llena de honores y se le busca por las calles que pisa para hacerse con él una foto de recuerdo como si fuera un señor superior, un Iribar, un Argote, no sé, un filósofo, y se le dice: acabe usted con ellos y ellas.

¿Acabar qué? ¿Pero tú has visto cómo están los almendros en flor?

Sin embargo, no es lo mismo el político encumbrado a las alturas de la vida pública, sin que le afecte su pasado vacacional en la lancha con el narco, o el rey campechano acampando a sus anchas en saraos económicos totalmente amorales y bailando bachata, que aquel director de colegio que quedó relegado al limbo de la depresión y a la baja permanente tras una foto que corrió como Carl Lewis por las redes sociales en la que se le veía con un traje de carnaval de oso pardo con el culo al aire y unos labios rojos, rojísimos, adornando su culete, una broma de las colegas, sostenido, como si de una vedette se tratara, por cuatro cuadros de Boticelli vestidas de cazadoras de osos con lanzas y con minúsculos bikinis. Echaron al chico de la dirección, después del colegio, luego del pueblo y, por último, de su propio ser. Empezó a verse multiforme en el espejo.

Entonces, ¿qué pasa en política que no pasa en otras profesiones que se encuentran más a ras de suelo como la que le limpia el culo a un enfermo de Alzheimer?

Puede que el estereotipo tenga su fecha de caducidad tras una serie de acontecimientos donde, a fuerza de voluntad y sacrificio, de políticas públicas, la persona ha conseguido liberarse de su propia imagen, mostrando otra imagen bien distinta, porque puede y tiene herramientas más que suficientes para hacerlo, una imagen de bondad y servicio público, de humildad y puentes de concordia con sus contrincantes políticos, de lucha por la verdad y la paz. Eso, todos y todas, que no me entero yo.

Pero no parece que la caducidad del estereotipo sea el caso que nos ocupa. Y más cuando el escrúpulo se ha ido de vacaciones, la indecencia sigue su marcha, como si tal cosa, y las mentiras corren y corren que parecen dopadas con Clembuterol.

Posar con un narcotraficante no es delito, pero aquí en política solo se apela a la moral y a la ética para determinadas situaciones que tienen que ver con el mundo de las hormiguicas. Aquí te quedas ciego si te haces una paja. En política eximimos de esa responsabilidad al representante, quizás sea imagen en el espejo de la masa que le vota y perdona el desliz, como buenos cristianos, que se mondan de risa con sólo hecho de que su ídolo político diga: “Olla. España es una olla”. O puede que determinados partidos políticos operen bajo la premisa “hago y deshago-forro de los cojones”, y tú, súbdito, pequeñín, a chupar chapas de chorizo y beber Embraü. Por la costumbre, por el caminito del rentista, por la educación de generación en generación, por la concepción de la política como el sitio de mi recreo, mi finca, y yo soy el rey político, aunque la Constitución diga que estamos ante un estado social y democrático de derecho con cuatro setas de las gordas y sin una denominación de origen exacta.

Y miento, adrede. En televisión y donde me salga a mí de los huevos. Hombre, eso es fundamental. Le miento hasta al primero de mis ADN’s. Y tapo chanchullos sin despeinarme. Llevo laca. Y lanzo soflamas culpando a los otros de los males que acontecen en mi propia casa. ¡Vaya una peste a huevos podridos! Y saco un metro de albañil para ver quién la tiene más larga y tiene más bosque. Y pongo morritos políticos como si me acabara de leer a Balzac, y me sonrío como si fuera alguien que no ha roto un plato en su vida, y a mi lado en el Congreso tiene su escaño una política que alabó, en su momento, a aquel que se atrevió a denunciar públicamente a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Ayuso. Gamarra, hay que decirlo, no está bien, aunque parezca que sí y se lo crea, va de culo en culo como abejas de flor en flor, incapaz de distinguir una mierda de un chuletón de buey de Ávila. Y más mentiras, que algo queda. ¿Y qué?, desde que Puigdemont es un terrorista no llueve en Catalonia.

Y ahora le pido al Consejo General del Poder Judicial un informe sobre la amnistía. Que risa, tía Marisa. Y Gamarra diciendo: ¿Veis lo que dice el Consejo? Tajante, rotundo, la piedra filosofal.

¿Qué resultado iba a salir, te piensas que me he caído de un nío?

Una cosa es el debate, los pros y los contras, la confrontación académica responsable, la opinión sobre el asunto sin que te tengan que poner una vena aorta nueva, sin insultos, sin que nuestra idea, por muy arraigada y por muy certera que pensemos sea, nos haga despotricar sobre lo que opinan los demás, personas igual que tú, con capacidades parecidas, estudios similares y experiencias y trayectorias semejantes. Y otra cosa es pedir a mi gente un informe, cuando mi gente está puesta ahí por mí, y no sé ni cómo, tienen incluso más caradura que yo, que siendo gente de amplia trayectoria judicial, y la hostia montada a caballo, y no dimiten todos y todas haciendo honores a esta Constitución que tanto admiran.

O lo mismo hay rebaja en algo que nos gusta a todos y a todas.

Y el señor Didier, el mediador, con tal mal cuerpo que se ha tenido que ir a Suiza a pasar unos días, para rebajar la ansiedad y poner tierra de por medio, antes del calzarse unas ostras y apalear en la Wii a Rafa Nadal.